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Cuento de Navidad
Sólo faltaban dos días para la celebración de Noche Buena. La niña besó a
su madre en la mejilla, abrió la puerta del coche y a paso muy lento se dirigió
a la entrada del colegio; cuando oyó el ruido del motor del coche alejarse
cambió el rumbo de sus pasos y a la velocidad de sus pensamientos se dirigió al
sitio de costumbre. Por tercer día consecutivo el lugar estaba vacío. Llegó la
Noche Mágica. Su hogar parecía incandescente, reinaba la harmonía y se esperaba
la llegada de Santa Claus. Todos los allí presentes abrieron sus regalos y el
cansancio los envió a cama. Esperó a que todos durmieran y salió al jardín sin
hacer ruido, sintió frío y miró al cielo, en ese instante se percató de que “Los
Gigantes” estaban desnudos y que con sus ropajes habían confeccionado una larga
alfombra de múltiples colores; por instinto la siguió. Allá, a lo lejos, divisó
un cubículo hecho del mismo material; aceleró el paso y…desde la entrada lo
vio, parecía cansado; El Hada del Bosque lo cuidaba. Antes de que pudiese
articular palabra alguna, el hada le dijo: “Vete tranquila, se llama Año Viejo,
y ya no necesita tu bocadillo”.
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